Buzzati escribió el Desierto de los tártaros por las noches, mientras trabajaba como periodista en el Corriere della Sera, y parece que fue la rutina de esa época de su vida la que le inspiró la novela. Aquel trabajo monótono iba apagando poco a poco los sueños del joven profesional.
La Fortaleza Bastiani nos resulta familiar, a pesar de estar situada en un lugar incierto, que Buzzati enmascara para que no se parezca a nada conocido. Encajada en una cadena montañosa, en la frontera de un desconocido país, desde allí se domina el desierto, por donde pueden atacar los tártaros o cualquier otro pueblo bárbaro improbable. La Fortaleza es una metáfora del tiempo, curiosamente, una metáfora espacial. Representa cualquier tiempo acotado, sea por una jornada de trabajo, un confinamiento, una espera, o a veces la propia vida. Percibimos sus muros, porque creemos que algo, al otro lado, un día nos salvará. Puede ser una vacuna, un cambio político, la hora de salir, o la llegada de algún enemigo que nos libere del tedio.
Para reforzar la metáfora, Buzzati se vale del medio militar, un mundo bien estructurado, donde las órdenes no se discuten, y cada persona juega a ser la parte de un todo. Pero lo peor es que ésta y todas las fortalezas, terminan por ser una jaula de oro: "el torpor de las costumbres… el amor doméstico a los muros cotidianos" por duras que sean las condiciones, la rutina forzada arropa y protege. "La Fortaleza engullía los días, uno tras otro, todos iguales, con una velocidad vertiginosa... Así se desarrollaba, sin que lo supiera, la fuga del tiempo"
Y en esa postergación casi infinita, como refiere Borges en el prólogo, transcurre casi siempre la vida humana. Son pocos los que logran esa hazaña, ese libro por el que ser recordados, ese acontecimiento que dé sentido a nuestro ser en la tierra. Por eso es liberación la muerte cuando llega, libera porque ya no es necesario esperar nada, y porque nos abre al verdadero sentido del ser humano, la verdadera valentía del ser para la muerte. Drogo, el protagonista, así lo entiende, y sonríe al verla llegar en unas circunstancias bastante absurdas. Por fin ha descubierto, que ya no es necesario esperar nada.
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