Fecha de publicación: 2006

Comentario de Susana Corullón

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:”, dice el Eclesiastés. Después de esta sentencia, que a primera vista pudiera parecer bastante trivial, se van enumerando todas las cosas que el ser humano debe hacer a lo largo de su vida:

“Tiempo de nacer y tiempo de morir;
tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar y tiempo de sanar; [....]”
(Reina Valera Actualizada, 2015, Eclesiastés 3:1-3)

Que sigamos haciendo todo eso sin dejar de ser la misma persona, que estemos o no estemos en el mismo lugar en situaciones sucesivas, que la vida en definitiva sea el relato de un cambio, es algo que ha causado perplejidad desde el principio de los tiempos. También lo siente así Alfredo Castañeda, y por eso en el poema Hora de poner orden, nos dice:

“Mi acta de nacimiento es inservible,
no puedo ir con ella a ningún lado
no me sirve para nada.
Dice, sí, que nací en ciudad de México
un 18 de febrero de 1938, que soy hijo
de Alfredo y Clara y todo lo demás.
Pero no dice que yo sigo naciendo
un poco cada día
o un poco cada año”

La mejor forma de poner orden es para Castañeda realizar un Libro de horas, al estilo de los libros medievales. Un libro que nos marque un ritual, para poder organizar en lo posible las transformaciones que nos impone el transcurso del tiempo.
Él mismo nos decía en el poema anterior, que era mexicano, y que nació en 1935, pero además es importante conocer, que se trata de uno de los pintores más importantes de México. Hasta el pasado día 13 pudimos contemplar en la Casa de México en Madrid, una exposición sobre su obra. Libro de Horas es su único libro de poemas, que pone voz a una pintura onírica, intimista y de gran lirismo.
La edición del Fondo de Cultura Económica permite disfrutar al mismo tiempo de la obra pictórica y poética del autor. Poemas y pinturas se complementan y confluyen en una intensidad espiritual difícil de igualar